Todas las empresas dedicadas a la producción de carne de pollo se encuentran en una posición favorable, considerando las ventajas competitivas que surgen al ser productores de la materia prima esencial para la elaboración de embutidos cocidos. Esta estrategia les permite llegar a un público más extenso y, por ende, presenta oportunidades significativas, incluyendo el aumento del valor de la marca.
En sus inicios, los embutidos solían elaborarse principalmente a base de carne de cerdo, pero en años recientes, el uso de carne de pollo se ha vuelto muy popular en la producción de salchichas, mortadelas y jamones.
El pollo, reconocido como uno de los alimentos más nutritivos, destaca por su perfil completo de aminoácidos esenciales. Además de su excepcional contenido nutricional, la carne de pollo es una proteína altamente funcional para formar emulsiones fuertes, lo que contribuye a características organolépticas agradables en la producción de embutidos. Estas características incluyen suculencia, jugosidad, mordida y textura, gracias al poder de retención de agua y grasa de la actina y la miosina, que constituyen la estructura fundamental de la carne.
En varios países, el uso de carne de pollo en la elaboración de embutidos puede estar limitado por su precio relativamente alto. Para abordar este desafío, se ha adoptado la práctica de buscar fuentes de proteínas de origen animal más asequibles, como la carne deshuesada mecánicamente (CDM) de pollo. Esta alternativa desempeña un papel crucial en el diseño de formulaciones de embutidos, permitiendo mantener precios accesibles al consumidor y, por ende, fomentar el desarrollo de un mercado más amplio y con mayor volumen en diversos países de Europa, Centroamérica, México y Latinoamérica en general.