El estrés calórico representa una respuesta fisiológica en las aves ante altas temperaturas ambientales, y constituye una amenaza para la operación de las granjas debido a sus efectos negativos en el desempeño zootécnico, la salud y la productividad de los animales.
Cuando se produce este fenómeno, se incrementa la temperatura corporal y, por consiguiente, la actividad metabólica, lo que resulta en una reducción del consumo de alimento y un aumento en la ingesta de agua. Físicamente, las aves afectadas pueden manifestar jadeo, extensión de las alas, movimientos letárgicos, crestas y barbillas pálidas, así como ojos cerrados.
Para comprender mejor el estrés calórico y sus implicaciones, es importante considerar los siguientes siete factores:
- Aves más vulnerables: El estrés calórico disminuye la respuesta inmune de las aves, haciéndolas más susceptibles a enfermedades, lo que puede resultar en mayores pérdidas financieras para la granja.
- Importancia de la zona de confort: Se refiere al rango de temperaturas (de 19°C a 22°C para ponedoras comerciales y de 18°C a 22°C para pollos de engorda) en el cual las aves se encuentran cómodas. Cuando la temperatura ambiental supera este rango, las aves experimentan estrés calórico.
- Efectos negativos: Incluyen una reducción en el consumo de alimento y agua, jadeo, disminución del crecimiento y la producción, deterioro de la calidad del huevo, mayor susceptibilidad a enfermedades y aumento de la mortalidad.
- Señales fisiológicas: Tales como la liberación de corticosterona, el ajuste de la actividad metabólica y la excreción de orina y heces.
- Desempeño deficiente: El estrés calórico afecta el consumo de alimento y agua, y aumenta la conversión alimenticia, lo que repercute en el desempeño zootécnico de las aves.
- Repercusiones en la seguridad alimentaria: Las condiciones ambientales cálidas aumentan el riesgo de colonización de patógenos transmitidos a través del alimento, como Salmonella y Campylobacter.
- Medidas para evitar el estrés calórico: Incluyen la ubicación y construcción adecuadas de las casetas para mantener el calor alejado de los animales, así como el uso de tecnologías que ayuden a disipar el calor corporal, como la radiación, convección o evaporación.