La avicultura ha sido históricamente pionera en el campo de la bioseguridad, destacándose por su capacidad para innovar, investigar y educar, lo que la ha convertido en un modelo para otras áreas de la producción animal. Este enfoque ha permitido que los profesionales en este sector estén altamente capacitados para analizar, comprender y actuar en granjas dedicadas a la producción de carne y huevo.
Además, se ha comprendido que toda inversión en bioseguridad genera un retorno positivo o evita pérdidas que podrían ser devastadoras para cualquier negocio. Sin embargo, surge la pregunta: ¿Cuál es el verdadero desafío?
Los profesionales con este amplio conocimiento, que constantemente se actualizan a través de congresos y medios especializados, no suelen ser quienes se encuentran directamente en contacto con las aves, alimentándolas o recolectando los huevos. Aquí es donde radica el problema: las empresas se preguntan, ¿por qué, a pesar de invertir en la capacitación de su equipo, aún enfrentan desafíos o pérdidas por fallas en la bioseguridad?
¿Quién maneja a mis aves?
La mayoría de las empresas toman en serio el entrenamiento básico en bioseguridad cuando incorporan nuevo personal. No obstante, es crucial tener en cuenta los siguientes aspectos:
- La formación en bioseguridad nunca debe convertirse en un simple trámite burocrático. Recursos Humanos y los encargados de las inducciones deben transmitir claramente que no se trata de cumplir un requisito más.
- Los entrenamientos no deben limitarse a documentos escritos que solo buscan una firma de confirmación. Cuanto más visuales e interactivos sean, mejores serán los resultados. Piense en la última vez que instaló un programa en su computadora o celular: ¿cuándo fue la última vez que leyó y comprendió los «términos y condiciones» antes de aceptarlos?
- Algunas empresas han optado por invertir en la creación de videos o software interactivo, donde el empleado puede aprender a través de opciones visuales y didácticas.
- Siempre evalúe el grado de comprensión de los colaboradores mediante pruebas. Esto no solo permite identificar qué información necesita ser reforzada, sino también crear un perfil de la capacidad de atención del trabajador.