Reproducción y Genética: Pollos de Engorde
Equipo Técnico de Cobb Vantress
Para maximizar la eficiencia productiva de los pollos de engorde modernos, es crucial considerar sus necesidades específicas, dado su rápido aumento de peso y eficiente conversión alimenticia. El equipo de Servicio Técnico de Cobb-Vantress, el galpón de genética avícola más antiguo del mundo, asesora diariamente a clientes en América Latina y Canadá sobre prácticas de producción que impactan significativamente el rendimiento de las aves. Desde la incubación hasta el sacrificio, ajustes finos en las técnicas de manejo pueden mejorar la rentabilidad, reducir costos y aumentar las ganancias para productores y empresas.
Desarrollo del Ave Moderna
El pollo de engorde moderno es el resultado de un constante proceso de mejora genética, que ha acelerado su desarrollo y crecimiento. Factores como la Ganancia de Peso Diario (GPD) y la Conversión Alimenticia (FCR) son indicadores clave de este progreso. Según un estudio presentado por Steve Lesson en 2019, el desempeño actual de los pollos de engorde se ve influenciado en un 70% por la genética, en un 10% por la nutrición, en un 8% por el control ambiental, en un 7% por la salud y en un 5% por las decisiones de manejo. Optimizar estos factores permite que cada ave exprese su máximo potencial genético.
Vitor Hugo Brandalize, director de Servicio Técnico de Cobb LatCan, explica: «El pollo actual es el resultado de un intenso trabajo de investigación y desarrollo, y cada año mejora su rendimiento. Ajustar las técnicas de producción para satisfacer las nuevas necesidades de las aves tiene un impacto real en los indicadores financieros clave.»
Incubación
Cristiano Pereira, especialista en Incubación de Cobb-Vantress, subraya la importancia de ofrecer un ambiente de confort térmico desde el nacimiento del ave hasta los primeros días en la granja. Mantener una temperatura corporal entre 103ºF y 105ºF (39,5ºC a 40,5ºC) es esencial para que las aves desarrollen sus órganos y tejidos vitales adecuadamente, lo que a su vez definirá su desempeño a lo largo del ciclo productivo.
El correcto manejo de la temperatura corporal, desde la incubación hasta la cría, es crucial para mantener el equilibrio metabólico de las aves y asegurar su desarrollo óptimo. Pereira destaca: «Es imperativo gestionar adecuadamente el criadero y las granjas para apoyar el desarrollo de los órganos y sistemas de las aves, lo que influye en su rendimiento hasta el sacrificio.»
Manejo
El manejo de los pollos está influenciado por fases previas como la calidad de la recolección de huevos, la desinfección y la separación de las aves por linaje. Separar las líneas genéticas y los sexos permite optimizar la expresión del potencial genético de cada ave, lo que puede resultar en una mayor eficiencia y rentabilidad.
Lucas Schneider, especialista en pollos de engorde de Cobb, señala que el rendimiento inicial es crucial para mejorar las tasas de aumento de peso. «Lotes con una curva de peso promedio de 197 g a los siete días de edad y 516 g a los 14 días muestran un rendimiento superior, con una Ganancia de Peso Diario (GPD) significativamente mayor, lo que es económicamente atractivo.»
El manejo ambiental también es crítico, ya que la temperatura corporal de las aves debe mantenerse en su zona de confort para evitar impactos negativos en su desarrollo. Según Schneider, «la temperatura de alojamiento recomendada ha cambiado; ahora es posible trabajar con una temperatura máxima de 30°C a 32°C, con una disminución diaria según el porcentaje de Humedad Relativa ambiental.»
Pre-Sacrificio
El ayuno previo al sacrificio tiene como objetivo limpiar el contenido intestinal de las aves para reducir la contaminación durante el procesamiento. Eder Barbán, especialista en Procesos de Calidad de Cobb, recomienda limitar el acceso al alimento entre 4 a 6 horas antes de cargar las aves y fomentar el consumo de agua para asegurar una buena hidratación y facilitar la limpieza del tracto intestinal.
Mantener el programa de iluminación hasta el final del lote es crucial para evitar aumentos en la mortalidad. La iluminación debe intensificarse durante la restricción alimentaria para promover el consumo de agua y asegurar una mayor resistencia intestinal, lo que reduce la probabilidad de contaminación durante el proceso de evisceración.