Uno de los desafíos actuales para los avicultores son las diversas lesiones en la piel que pueden sufrir los pollos de engorde a lo largo de su ciclo de crecimiento. Estas lesiones pueden representar cuantiosas pérdidas económicas, ya que el 5% de las condenaciones en los frigoríficos se debe a la rotura de la piel de las aves antes de su comercialización.
Esto impacta directamente en el valor comercial del producto, siendo una de las principales razones de decomisos parciales por parte de los inspectores sanitarios o de descalificación por el personal de evaluación de la planta. Además, genera gastos adicionales en limpieza y desinfección de las instalaciones.
En los últimos años, el mejoramiento genético ha llevado al desarrollo de líneas genéticas con crecimiento lento del plumaje para mejorar el desempeño del pollo de engorde. Sin embargo, esto ha aumentado las lesiones en la piel (Bilgili et al., 1990). Otros factores que influyen en este problema incluyen el manejo y el ambiente de la parvada, los programas de nutrición y alimentación, el estado sanitario, la manipulación de las aves y las condiciones de procesamiento.
El hacinamiento en el manejo es un factor que incrementa la prevalencia de lesiones cutáneas, debido al aumento del contacto entre las aves en el galpón. Estas aves se mueven menos, permanecen más tiempo en contacto y sufren arañazos causados por las uñas de otros animales (Bilgili y Hess, 1995). Esto favorece la multiplicación de patógenos que pueden invadir la piel afectada y multiplicarse en los hospedadores.
Las condiciones de manejo son un factor influyente en la presencia de llagas y costras cutáneas en los pollos de engorde, y están directamente relacionadas con el ambiente generado dentro del galpón durante la etapa de crecimiento. Para prevenir estos problemas, es necesario considerar los siguientes factores:
– La intensidad y cantidad de luz (una iluminación uniforme, intermitente y flexible de acuerdo con las aves más tranquilas).
– La disponibilidad de bebederos y comederos.
– El uso de alimentos peletizados.
– La alta densidad de aves por m².
– El calentamiento excesivo del pollito.
– La mala ventilación.
– La baja humedad.
– La calidad de la cama.
La falta de atención a estos factores ambientales puede agravar los problemas en la piel y el plumaje, especialmente si se combinan con un desequilibrio en la alimentación o la poca disponibilidad de alimento (Bilgili y Horton, 1995).
¿Cómo influye la nutrición?
El uso de dietas con una alta relación energía-proteína o deficientes en aminoácidos (como la metionina, la cistina, la arginina, la isoleucina, la leucina, la valina, la lisina, la treonina o el triptófano) favorece la aparición de lesiones cutáneas. Además, las raciones con un alto porcentaje de proteína bruta aumentan la excreción de nitrógeno en la cama, generando una alta concentración de amoníaco volátil. El contacto con el amoníaco propicia el desarrollo de pododermatitis, una enfermedad que daña la almohadilla plantar de las aves y es un importante indicador del bienestar de los pollos de engorde (Meluzzi et al., 2008).
Los aminoácidos contribuyen a la formación de colágeno, la principal proteína estructural de la piel, fundamental para la resistencia cutánea en los pollos de engorde. La metionina, por ejemplo, es crucial para la síntesis de cisteína (utilizada en la síntesis de proteínas corporales) y para la formación de la piel y las plumas. Este aminoácido también es importante para el control del estrés y la inflamación (Park et al., 2002).
Los minerales y vitaminas son otros nutrientes esenciales que requieren atención. La deficiencia de minerales (como zinc, manganeso, selenio, cobre o molibdeno) o de vitaminas (como niacina, colina o vitamina E) puede agravar los problemas de emplume en las aves. Por ejemplo, la deficiencia de zinc puede causar un escaso crecimiento de las plumas, insuficiencia en el engrosamiento epidérmico, hiperqueratinización o degeneración de los folículos de las plumas.
En el caso de las vitaminas, la deficiencia de vitamina E o selenio puede causar anomalías en las plumas, con presencia de sangre en su base. El selenio, manganeso y zinc están asociados con factores antioxidantes en el metabolismo de las aves, relacionados indirectamente con la vitamina C y E. Es importante vigilar los niveles de niacina y triptófano, ya que esta vitamina y este aminoácido están vinculados a la reducción de la histeria en las aves. La colina, que participa en la donación del grupo metilo dentro del metabolismo animal, también es esencial.
La presencia de agentes inmunosupresores (como infecciones virales: bursitis infecciosa, enfermedad de Marek, anemia infecciosa de las aves, leucosis o retículoendoteliosis) y agentes químicos (como micotoxinas) pueden desencadenar enfermedades cutáneas. Una enfermedad infecciosa que se ha convertido en una de las principales causas de decomiso de canal es la celulitis, caracterizada por la inflamación del tejido subcutáneo debido a un proceso infeccioso, generalmente causado por la bacteria E. coli, que compromete la integridad de la piel (Norton et al., 1997).