El Dr. Miguel A. Márquez destaca que es común escuchar en conversaciones informales la creencia de que la carne de pollo contiene hormonas. Sin embargo, esto no es más que un mito sin fundamento.
La idea de que se utilizan hormonas para acelerar el crecimiento de los pollos de engorde es completamente falsa e inviable. Nunca se han empleado ni se emplearán, ya que no son necesarias y, además, su alto costo haría que el precio del pollo fuera inaccesible para los consumidores.
¿Por qué nunca se han utilizado hormonas en la producción avícola?
En la industria avícola a nivel mundial, nunca se han aplicado hormonas de crecimiento, como la somatotropina o los esteroides anabólicos, en la producción de pollos de engorde.
Existen razones claras para ello. En primer lugar, el costo de estas sustancias haría que el pollo dejara de ser una opción asequible. Además, las hormonas requieren un período prolongado para surtir efecto, generalmente más de 100 días, mientras que el ciclo productivo del pollo es de tan solo 7 a 8 semanas antes de ser enviado al matadero.
¿A qué se debe el rápido crecimiento de los pollos de engorde?
El crecimiento acelerado y natural de los pollos de engorde es el resultado de décadas de avances en diferentes áreas clave:
– Mejoramiento genético: Los especialistas en genética aviar han logrado grandes avances, permitiendo que los pollos destinados a rosticería sean sacrificados entre los 28 y 30 días de vida, mientras que aquellos destinados a mercados y supermercados alcanzan su peso óptimo alrededor de los 49 días.
– Nutrición optimizada: Los nutriólogos han perfeccionado la alimentación de las aves, seleccionando cuidadosamente ingredientes de origen vegetal ricos en proteínas para favorecer su crecimiento natural.
– Manejo zootécnico: La mejora en las condiciones de crianza, como la ventilación, la temperatura, la iluminación y la densidad de aves por metro cuadrado, contribuye a reducir el estrés y la mortalidad en los galpones.
– Higiene y bioseguridad: Se han implementado estrictas medidas de limpieza, aislamiento y control sanitario para prevenir enfermedades y contagios en las granjas.
– Medicina preventiva: Los veterinarios especializados aplican programas de vacunación desde la incubadora y monitorean constantemente la salud de las aves para evitar la propagación de enfermedades infecciosas.
– Medicina terapéutica: En caso de enfermedades, los veterinarios emplean tratamientos adecuados para garantizar la salud de las aves, reduciendo la morbilidad y mejorando la eficiencia en la conversión alimenticia.
Gracias a estos avances en genética, nutrición, manejo y sanidad, la industria avícola ha logrado un crecimiento eficiente sin necesidad de recurrir a hormonas, garantizando así una producción saludable y segura para el consumidor.