El sistema inmunológico de los organismos vertebrados se encuentra altamente desarrollado y diferenciado, lo que nos permite enfrentar eficazmente la gran variedad de invasiones microbianas a las que estamos expuestos diariamente. Este sistema se divide en dos componentes principales: el sistema inmunológico innato y el adquirido.

El sistema inmunológico innato actúa como la primera línea de defensa contra patógenos y se basa en la actividad de fagocitos, como macrófagos y células dendríticas. En contraste, la inmunidad adquirida está vinculada a la eliminación de patógenos en fases tardías de la infección y al desarrollo de una memoria inmunológica para enfrentar futuras infecciones.

El sistema inmunológico innato detecta los patógenos mediante proteínas presentes en las células, conocidas como receptores de reconocimiento de patrones o PRRs (pattern recognition receptors). Aunque existen diversas variedades y tipos de PRRs, comparten características comunes. En todos los casos, reconocen estructuras inherentes a los microorganismos, denominadas patrones moleculares asociados a patógenos o PAMPs (pathogen-associated molecular patterns). Estas estructuras suelen ser esenciales para la supervivencia o replicación del microorganismo y, por lo tanto, se conservan. Además, estos receptores se expresan de manera constitutiva en todas las células, sin depender de otros factores.

En el contexto de infecciones virales, los PAMPs son generalmente productos virales, como proteínas y ácidos nucleicos. Cuando estos son reconocidos por los PRRs, se desencadena una cascada de señalización que culmina en la expresión de genes con funciones antivirales, así como en la liberación de citoquinas e interferones. Esto alerta a la célula infectada y a las células circundantes, desempeñando así un papel crucial en el control de infecciones virales en las etapas tempranas.

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